Galería de Fotos

Firma de ejemplares. Una hora de fila, doscientas historias vendidas.
Villanueva del Pardillo vivió una presentación sin precedentes.
Hubo discurso del autor, focos, cámaras, y una canción en directo al piano.
Intervinieron el alcalde y un crítico literario. Se habló de literatura, de verdad y de valentía.
Durante más de una hora, la fila no se detuvo.
Doscientos libros vendidos, cien más reservados, y un público emocionado y agradecido.
Cada firma fue un gesto único, una conexión.
Aquello no fue un acto más.
Fue un acontecimiento. Y quedará en la memoria del pueblo para siempre.

Así llegó.
Sin anuncio. Sin ceremonia. Sin aspavientos.
Solo un sobre más encima de una mesa.
Pero dentro, no venía un pedido.
Venía la materialización de una decisión tomada hace años.
Venía una historia escrita con las manos, y también con las consecuencias.
No es un regalo, ni un experimento.
Es una declaración. Y está cerrada, impresa y entregada.

Primera vez en papel. Primera vez en silencio.
Ya no está en pantalla. Ya no depende de clics ni de correcciones.
Está aquí. Firme.
Ya no necesita que yo hable. Ya habla solo.
No se oculta. No se disfraza.
Es lo que es.
Y eso, por fin, ya no está en discusión.

Lectura inaugural. Autor, lector, testigo.
No es solo un libro abierto. Es un autor reencontrándose con su historia.
Con una copa de vino, un fuego encendido y un testigo sin pelo en el regazo,
el texto dejó de ser digital para convertirse en carne, papel y memoria.
Relatos de un Maltratador ya no se lee con el cursor. Se sostiene.
Y ya no hay vuelta atrás.